LA FAMILIA ESCUELA DE AMOR I
Imagina hoy cómo sería la convivencia y el Amor que prevaleció en la Sagrada Familia en la que creció el Hijo de Dios, tu puedes hoy evocar toda expresión de Amor que se dio en esta Familia Santa.
Dios nos reveló este Amor ágape al darnos a su Hijo Jesucristo para nuestra salvación; pero como medio de preparación se aseguró que su hijo viviera al lado de una familia, una Madre amorosa que dio el sí que madres como tú el día de hoy dan por sus hijos, un padre humilde que aceptó los designios de Dios y al igual que tú tomo responsabilidad por el cuidado de ese Hijo que tenía que educar y esa familia que debía proteger, y ese Hijo que llegó con una misión salvífica la cuál aceptó con Amor, así como tú hoy puedes aceptar cumplir tu misión de amor dentro de esta escuela llamada “FAMILIA”, deseo que este camino que iniciaste hace muchos años lo recuerdes con agradecimiento, el que inicias hoy lo asumas con responsabilidad y amor, y que tengas la convicción y esperanza que el camino que tienes por recorrer será pleno, digno y lleno de alegría que proviene del Amor de Dios nuestro creador.
Ampliándonos un poco hacia nuestra realidad actual hago referencia al numeral 32 de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia de nuestro Papa Francisco que dice:
<<Fieles a las enseñanzas de Cristo miramos la realidad de la familia hoy en toda su complejidad, en sus luces y sombras. El cambio antropológico-cultural hoy influye en todos los aspectos de la vida y requiere un enfoque analítico y diversificado>>. En el contexto de varias décadas atrás, los Obispos de España ya reconocían una realidad doméstica con más espacios de libertad, <<con un reparto equitativo de cargas, responsabilidades y tareas. Al valorar más la comunicación personal entre los esposos, se contribuye a humanizar toda la convivencia familiar. Ni la sociedad en que vivimos ni aquella hacia la que caminamos permiten la pervivencia indiscriminada de formas y modelos del pasado>>. Pero <<somos conscientes de la dirección que están tomando los cambios antropológico-culturales, en razón de los cuales los individuos son menos apoyados que en el pasado por las estructuras sociales en su vida afectiva y familiar>>.
Reflexiones:
-
¿Qué papel juego en esta escuela de Amor para que mi familia sea el vivo ejemplo de la Sagrada Familia?
-
¿Cómo puedo influir en la sociedad para frenar los cambios drásticos que se están dando en detrimento de las familias del mundo moderno?
-
Como han indicado los Padres sinodales en la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos “a pesar de las numerosas señales de crisis del matrimonio, <<el deseo de familia permanece vivo, especialmente entre los jóvenes, y esto motiva a la Iglesia>>”. Bajo esta reflexión te motivo a que participes en tu Iglesia, en tu comunidad, en tu círculo familiar y social a motivar a los jóvenes a seguir creyendo en las familias.
Roberto Aguilar
LA FAMILIA ESCUELA DE AMOR II
La semana pasada hablamos de la convivencia y el Amor que prevaleció en la Sagrada Familia en la que creció el Hijo de Dios, y como debemos vivir ese amor en nuestras familias a pesar de las complejidades de la familia de hoy.
En la actualidad estoy llevando en el Instituto Internacional JUVID el diplomado en Defensa de la Vida y la Familia, en el cual nos amplía el tema del amor y textualmente nos dice en el módulo de matrimonio familia y sociedad:
“Cuando el amor se vive en matrimonio supera la amistad común y la complementariedad entre hombre y mujer encuentran su total sentido. Pasan de ser dos personas distintas para formar una comunión, reflejo del amor divino. Con el pacto conyugal, los esposos forman una comunión de personas, la cual Dios ha querido hacer fecunda, mediante la concepción, el nacimiento y el desarrollo de una nueva vida humana.
La mejor educación en amor y sexualidad que los padres pueden dar a sus hijos, es haciendo vida estas realidades, amándose con esfuerzo y entrega. Es así como los hijos descubrirán gradualmente el verdadero sentido de la sexualidad. Descubrirán que el amor conyugal es el único destinado a perdurar, pues subsiste a las tormentas de la vida, a las pruebas y sufrimientos; los hijos verán con sus ojos que el matrimonio y la unión de sus padres van mucho más allá que una atracción puramente sexual.
Las caricias y las formas de cariño en el trato entre los esposos, señalarán el camino correcto para que los hijos repliquen estas actitudes. La generosidad no puede faltar en la familia, acompañada de ternura, compasión y tolerancia. Un hijo que ve este amor entre sus padres, poca explicación requerirá para comprender que el verdadero amor se reserva para el matrimonio.
El amor en el matrimonio es libre, total, fiel y fecundo, y aquella obediencia de los esposos a la voluntad de Dios por la frase que pronuncia el sacerdote “lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”, es lo que hará de esta divina institución una realidad que perdure hasta la muerte. Cuánta responsabilidad de los esposos por hacer de su matrimonio una verdadera comunión en vista a que sea reproducido en los hijos con las características propias del amor en su debido momento.
Por último, quiero llevar a tu reflexión si este don de la familia realmente es algo difícil de aceptar y que podría estar en peligro de extinción en el mundo moderno; yo creo que no, pero si necesita del compromiso de cada uno de nosotros los miembros de una familia actual. Es el compromiso que nace en lo más profundo del corazón; de ese corazón que ama por la infusión del Espíritu Santo. Te invito a que mantengas vivo este amor por tu familia y si en algún momento del camino ese fuego en tu corazón se ha apagado, te puedes preguntar cuándo debo o puedo volver a encenderlo y si has llegado hasta este punto de la lectura te aseguro que el momento es ¡AHORA!
Roberto Aguilar