¿INDEPENDENCIA?
- Cuando una nación se constituye en soberana -
Por Marco Arévalo
Una de los tópicos que se han difundido desde la izquierda de origen marxista es negar la independencia. Esto se hace de diversas maneras. Desde la negación absoluta hasta una relativa. En el primer grupo están quienes la niegan diciendo que se cambió de potencia colonial, consistiendo está en que ya no dependeríamos de España sino de Inglaterra y luego de Estados Unidos. Siempre habría un poder local; pero que ya no obedece a su antigua metrópoli sino a la nueva. Los que la ven en forma relativa asumen que no se tiene independencia en cuanto se depende de grupos de poder locales que a su vez están vinculados a otros de otros países y por ello la independencia no es tal. Por otra parte, los más quizá, la ven como algo ajeno que no tiene relevancia en sus vidas, idea que se ve fortalecida por la percepción que ser un país independiente no tiene ningún beneficio real para cada uno, y más bien trae consecuencias graves.
En este panorama cabe hacer algunas puntualizaciones y acotaciones al tema. La primera es afirmar “si hubo independencia formal” y esto cuenta mucho; pues de ser parte del estado español monárquico, se pasó a ser en esta porción de tierra que llamamos Guatemala, un estado soberano. Esto es algo que requiere aclaración. Antes de 1821 éramos parte de España en el sentido político jurídico. Este vínculo se rompió. Pero no solo esto, éramos visto como parte de una sola nación. Esta era denominada “nación española”, la cual se define en el Art. 1º de la Constitución de Cádiz de 1812 de esta manera: “la nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios. Nótese que dice, ambos, es decir, la parte europea y la que no lo era. Luego en el Art. 2º precisa: “la nación española es libre e independiente y no puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona”; por su parte el Art. 3 dice: “La soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo pertenece a ésta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales”. Justamente de esto último, que señala el Art. 3 citado, se trata en el momento de la independencia, puesto que ahora la nación titular de ese derecho ya no será toda la población repartida en el territorio español, sino que será la población de esta porción que es Guatemala, y en eso consistió la independencia. Obviamente, una nación soberana constituida en Estado será autónoma pero no podrá por si sola sobrevivir y esto nos lleva a la relación con las denominadas potencias coloniales, alusión que hace de los otros países con los cuales hemos de relacionarnos por motivos de necesidad, ellos nos compran y nos venden, nosotros a su vez hacemos lo mismo. Esta interdependencia económica no riñe con la independencia como cualidad soberana de una nación, que se dicta a si misma sus leyes. Otro elemento conceptual a tener presente es este: en una nación, como en una familia, no son los más pequeños y débiles los que tienen la iniciativa o la decisión; son los más fuertes y grandes. Por ello quienes impulsaron la independencia no fueron todos y la mayoría del llamado pueblo no lo hizo. Esto que nos insisten -para negar la independencia- es así. La nación, si bien es soberana o lo será -desde el momento de la independencia en el territorio que domina-, es dirigida o conducida por unos pocos que tienen la capacidad de ello. A veces unos se sirven de los más, como cuando crean una sublevación militar llamada revolución y se imponen en medio de la nación y piden y logran la independencia. Aquí esta se consuma sin que realmente todos los miembros de la nación lo quieran; es más, tendrán que aceptarlo o no podrán sobrevivir. Esto históricamente es así.
En cuanto si ser independientes de esta manera es algo que beneficia o no a la población o la mayoría de la misma, es algo que queda a futuro en dicho momento y para ello se organiza el Estado. Que lo logre es otro tema, pero al menos en nuestra actual Constitución Política de la Republica lo dice así: “Art. 1o. Protección a la persona. El Estado de Guatemala se organiza para proteger a la persona y a la familia; su fin supremo es la realización del bien común”. Al decir se organiza, está diciendo que, una vez separado o independiente de otro (el Reino de España en este caso) y usando por eso mismo dicha prerrogativa, la soberanía descrita, nace para este fin. Ya en el primer artículo de esta columna del 1 de octubre de 2018 lo señalábamos ante la pregunta: ¿Es posible esperar hoy en Guatemala, con todos los problemas que enfrentamos a diario, una sociedad que pueda decirse de ella que promueve una vida plena, digna y alegre? No solo es posible, es necesario y aún más, es un deber moral de todos los que formamos parte de ella contribuir para que esto sea una realidad. Hoy, a dos años de distancia, lo reiteramos. 14-9-2020