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LA VIDA FRENTE A LA VIDA 

- “Esta vida no es la Vida” - (Santa Teresa de Jesús)

Por Marco Arévalo

Conocer lo que esperamos ha sido siempre un aliciente no solo para soportar esta vida y los dolores de la misma, sino para motivarnos a lo que viene, es decir la vida eterna. Pero ahora, en esta crisis que se ha intensificado, vemos como las personas más o menos se aferran a la vida terrena como si es lo único que tenemos a nuestro alcance. Se puede decir que la trascendencia es el gran ausente de la pandemia. Incluso las manifestaciones públicas de la fe fueron relegadas y pocos dijeron algo. Más grave aún, con el silencio de la misma jerarquía de la Iglesia que obedeció al estado como si este fuere el amo, desoyendo siglos y sacrificio de mártires por mantener la autonomía de la misma, tal es el caso de Santo Tomás Moro, por solo citar uno. 

Por ello para los creyentes -y lo que exploran que es esto de la fe-, bueno de recordar lo que el Papa Benedicto XVI nos dice en su Encíclica Salvados por la Esperanza (Spe salvi) “No obstante, es el momento de preguntarnos ahora de manera explícita: la fe cristiana ¿es también para nosotros ahora una esperanza que transforma y sostiene nuestra vida? ¿Es para nosotros «performativa», un mensaje que plasma de modo nuevo la vida misma, o es ya sólo «información» que, mientras tanto, hemos dejado arrinconada y nos parece superada por informaciones más recientes?” La excesiva preocupación por el más acá y la poca lectura de la situación desde la fe nos evidencia que nuestra fe es muy débil, que está arrinconada y muy lejos de ser performativa, en el sentido que transforme la vida y muy poco la sostiene o casi nada, 

Se trata, ha dicho el Papa en dicha Carta -en el numeral 4- de reflexionar “si el encuentro con el Dios que nos ha mostrado su rostro en Cristo, y que ha abierto su Corazón, es para nosotros no sólo «informativo», sino también «performativo», es decir, si puede transformar nuestra vida hasta hacernos sentir redimidos por la esperanza que dicho encuentro expresa”; todo parece indicar que o muy poco o nada y esto es resultado del triunfo de la inmanencia como fundamentalismo cultural en Occidente. 

Con la crisis modernista en la Iglesia es fácil darse cuenta que la información también ha sido débil. Los fieles ignoran demasiado sobre las verdades de fe, la catequesis es muy superficial y emotiva, se pierde en un débil humanismo que deriva en fraternidad humana y en preocupación por el ambiente; lo que en sí mismo no es malo, pero solo ello no sirve de nada. La frase de Santa Teresa que inicia el articulo y otras como “Muero porque no muero” evidencian que se ha tenido en otros siglos con menos tecnología más claridad sobre el destino eterno que nos aguarda y la esperanza de lograrlo era real y viva. ¿Cómo recuperar esa esperanza que nos salva? Porque de todos modos hemos de morir y vivir no está exento de sufrimiento: lo que falta es oración, solo esto alimenta la fe y la hace madurar para que no se quede en información sino transforme nuestras vidas. Urge, además, explicar las verdades de fe y que estas transformen nuestra vida. 

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